martes, 20 de marzo de 2012

Revolucion(arte)

Natalia Pérez


Estamos acostumbrados a esa visión común que encasilla al arte como una actividad meramente estética, decorativa. Pero si ampliamos esa visión podemos encontrar en el arte una capacidad enorme de comunicar y transformar la realidad, el mundo. Muchas veces, cuando la historia parece perdida en el pasado, condenada a ser olvidada, el arte es una especie de testigo, de registro invaluable que nos permite reconstruir aquello que el paso del tiempo parecía haber desterrado. Muchas otras veces, cuando el testigo es el hombre y los métodos convencionales de transmitir ideas parecen inútiles, el arte resulta ser un eficaz mensajero.

Un artista argentino dijo una vez que “El arte, no puede ni debe esta desligado de la acción política y de la difusión militante y educadora.” Y nos sobran ejemplos: las canciones de Silvio Rodríguez, de John Lennon, el Guernica de Picasso y la obra de Berni, los graffitis de Banksy, la poesía de Nicolás Guillén. Todos estos “artistas” utilizaron sus producciones como armas, como mensajes, como posibilidades de llegar a la gente por otra vía. Buscaron movilizarnos, contarnos la historia desde otro punto de vista, modificar nuestra manera de enfrentarnos con la realidad y de actuar sobre ella.

Cuenta una anécdota que, mientras Francia era ocupada por los nazis en 1940, un oficial alemán de pie frente al Guernica, le preguntó a Picasso, si él era el autor de esa obra, a lo que el pintor respondió sin rodeos: “No, lo hicieron ustedes.”

El arte es mucho más que una expresión personal, más que una demostración de talento. Toda obra, toda labor artística es hija de quien la crea y del momento histórico que esa persona vive.

Por eso, cada vez que nos detengamos a mirar un cuadro, una película, a leer un libro, a escuchar una canción, tomémonos el tiempo para ir un poco más allá, para buscar debajo de los colores, las letras y las notas, la vida que vivían y el mundo que habitaban quienes los realizaron. Permitámonos descubrir cuando más hay en el arte, cuantas cosas quedan sin decir si no buscamos nosotros el mensaje, a veces tan claro, y otras veces, invitándonos a interpretar la obra y, a través de ella, la realidad.

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