lunes, 22 de agosto de 2011

Me llamo Anna

Anna Fonta Cas

Me llamo Anna, tengo 24 años y soy de Barcelona. En unos días, si todo sale bien, me gradúo en Arquitectura técnica. Vivo con mi familia y trabajo como administrativa en una oficina.
Hace un mes y medio, escuchando Radio Nacional de España, Radio 3, un programa denominado “Carne Cruda”, me enteré que en Madrid había nacido un colectivo de personas estudiantes y profesores de la Universidad Complutense de Madrid, que habían escrito un manifiesto enumerando toda una lista de injusticias del sistema y de la crisis actual que nos está afectando muy directamente a la juventud. Gente que aunque esté bien preparada intelectualmente con carreras universitarias, con posgrados y masters para acceder a una buena profesión, al día de hoy, esto no es suficiente, es casi una utopía.
No hay buenas ofertas de trabajo, por lo tanto no hay oportunidades para vivir en una casa que no sea la de la familia, y con todo esto ni podemos soñar en tener una pensión cuando seamos mayores. Así fue como surgió el movimiento de Juventud Sin Futuro.
Ante todo esto se convocó a la manifestación del 15 de mayo apoyada por el movimiento Juventud Sin Futuro, Democracia Real Ya y el Movimiento 15M. Nosotros, el pueblo, tomamos las calles para reivindicar nuestro descontento con la situación actual, los recortes a los servicios públicos para saldar una deuda que han creado los bancos y el gobierno y que ahora tenemos que pagar los ciudadanos. Estamos hartos de que la política de nuestro país se este convirtiendo en un bipartidismo entre Partido Popular y Partido Social Demócrata Obrero Español por culpa de la invención del voto útil (que significa que votes a un partido mayoritario que seguramente no estas muy a favor, para que no salga el otro partido con el cual estas totalmente en desacuerdo). Con eso del “voto útil” los dos partidos mayoritarios se han ido sucediendo en el poder alternativamente arrastrando casos de corrupción con total impunidad, especulando y estafando a la sociedad.
Culpa de esto también la tiene la ley electoral española que no contempla el voto nulo (aquel donde vas a votar invalidando la papeleta con una pintada, un corte, o poniendo una nota con tu disconformidad con el mundo) y el voto en blanco se reparte entre los partidos más votados de manera que la disconformidad de la población con los partidos mayoritarios no se ve reflejada y además los partidos minoritarios no tienen casi ningún medio mediático para promocionarse. Con todo este panorama, salió un partido protesta que se llama Escaños en Blanco, que se compromete a dejar las sillas del Parlament de la Generelitat (en el caso de la autonomía de Catalunya) o las del Congreso de los Diputados ( en el Gobierno Estatal) vacías para representar de una forma legal el descontento de los ciudadanos.
De momento esta protesta no ha tenido mucha resonancia vistos los últimos resultados electorales. Al salir a la calle de los distintos pueblos y ciudades del Estado Español habíamos logrado lo más difícil, ahora que por fin sabíamos que el vecino quería lo mismo no podíamos volver a casa a sentarnos en el sofá y conformarnos con que una caja nos distrajera y nos alejara de lo que nos importa, así que tomamos las plazas, lugares de reunión, un espacio publico, por lo tanto nuestro, es espacio del pueblo. Ahora las plazas son nuestro lugar de reunión donde organizados en distintas comisiones según las necesidades que nos van surgiendo, debatimos que cambio queremos y como tiene que ser este cambio. Una vez que las comisiones llegan a un consenso exponen los puntos debatidos en una asamblea general en la plaza donde se llega al consenso final para redactarlo en las distintas declaraciones de peticiones. Este sistema es como un resurgimiento del movimiento Anarquista: nadie lidera a nadie. El pueblo, cada persona, aporta lo que puede y lo que le interesa. Se toman decisiones lo mas democráticamente justas, donde la gente vota y tu voto vale lo mismo que el del de al lado.
Evidentemente el movimiento esta muy verde, en una fase muy embrionaria. Somos muchos y nos tenemos que poner de acuerdo, al menos en las bases de este nuevo orden, en unos mínimos, no pretendemos cambiar el mundo en cuatro días, esto ha de ser una cambio solido y duradero.

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