Julia Sturla (juli_e_s@hotmail.com)
Abortar: matar, cometer un delito o un acto de egoísmo, pecar, deshacerse de un hijo, atentar contra la vida. Son todas concepciones (sociales) que se desprender de la palabra. Pero ¿Quién puede asegurar que la interrupción de un embarazo signifique alguna de estas cuestiones? ¿Quién tiene la autoridad de poder criticar a una mujer por su decisión? Todo depende, lógicamente, del lugar donde cada uno se pare y la ideología –entendida como forma de ver el mundo- que cada uno tenga.
Si partimos de entender la formación de una vida como un acto biológico, donde los únicos responsables son la mujer y el hombre que establecen el vínculo, deberíamos entenderlos también como los únicos que pueden decidir sobre ese embarazo. Mas aún, si comprendemos que ese embrión no puede vivir fuera de la madre, por lo tanto, tampoco podría tener vida por si mismo.
¿Qué actitud es más egoísta: abortar a un embrión o tenerlo en condiciones en las que no se le pueda brindar la comida, la salud o el amor necesario para crecer? ¿No es egoísmo también discriminar y criticar a una mujer que decide no tener a su hijo, sin importar el daño psicológico o sentimental que esa actitud puede generar en ella? No creo que haya una respuesta única. Lo que sí es una certeza es que todas esas concepciones parten de analizar la situación del embrión –lo cual lógicamente no está mal- pero ¿Por qué no se piensa en la mujer que está en esa situación, en que es lo mejor en cada caso, en que ayuda se le puede brindar? Siempre se tiende a analizar un solo lado de la cuestión, y ese no es un análisis completo.
Sin duda, es un tema muy complejo y nadie tiene la verdad en las manos al respecto. Pero lo que sí es cierto es cada uno es libre de decidir sobre su cuerpo y sobre su vida (y estar embarazada es parte de la vida de cada una) y es necesario brindar distintos puntos de ayuda para las mujeres que estén en esa situación, desde la salud clínica hasta psicológica. Y, sobre todo, socio-cultural. No debería seguir negándose una problemática que sucede día a día, entendiéndola como ilegal. Es necesario superar esas concepciones anacrónicas y crear nuevos espacios de contención y ayuda para poder pensar no solo en la vida del embrión sino en las tantas vidas de las mujeres que se perjudican y se pierden por las malas condiciones en que se realizan los abortos. Entonces pensemos ¿qué beneficios trae la ilegalidad del aborto? En la ilegalidad también se ponen en peligro muchas vidas.
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