martes, 16 de febrero de 2010

Aborto: Una lucha de intereses

Ana Zitare (eternalwait_a@hotmail.com)

Como bien sabemos, puede haber siempre varias opiniones sobre un mismo tema, y eso no sólo es respetable, sino que enriquece nuestra sabiduría. Pero, ¿quién tiene el derecho de decidir? ¿Quién decide si una mujer es madre o no?

Nuestro cuerpo no es un objeto sobre el cual debe decidir un externo, somos nosotros quienes hacemos y decidimos nuestro futuro. Para ello, necesitamos de herramientas que nos den la capacidad de elegir. Si existiera una educación sexual, laica y gratuita para todos los adolescentes y jóvenes, que nos formen críticamente de forma que podamos tomar decisiones sobre nuestros cuerpos, no existirían tantos abortos. Si los abortos fueran legales, disminuirían las numerosas muertes por abortos clandestinos, insalubres y sin las medias de higiene e instrumentación adecuadas.

América Latina tiene los índices más altos de abortos realizados en condiciones de riesgo: casi 4 millones por año; y son alrededor de 5 mil mujeres latinoamericanas, las que mueren por año a causa de los abortos mal hechos. Hoy en la Argentina, más de 3 mil chicas de entre 10 y 14 años se convierten en madres, cada año, y son alrededor de 350.000 y 500.000 las que practican abortos clandestinos.

Estas cifras asustan, pero aún así, ningún gobierno se animó a enfrentarse a la Iglesia Católica en éste ámbito. Acá en la Argentina, la ley por la cual se crea el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, que obliga al Estado a dar información, orientación y entrega universal y gratuita de métodos anticonceptivos, ha significado poco y nada para millones de mujeres en nuestro país, que no cuentan con educación sexual en los colegios, anticoncepción gratuita en las salas y centros de salud. Aunque la Argentina es uno de los países que admite la legalidad del aborto en algunos casos concretos - cuando peligra la vida o la salud de la madre y si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer con discapacidad mental - éstas excepciones legales son prácticamente letra muerta de la ley; no existe una correlación satisfactoria entre la ley y las prácticas o bien, la realidad social: aunque existan figuras despenalizadas estas prácticas no se efectivizan. Éstos son inaccesibles para las mujeres de escasos recursos que acuden a la salud pública. Existen proyectos legislativos presentados tanto en la legislatura nacional como en diversas legislaturas provinciales que proponen regular los procedimientos sanitarios en caso de abortos no punibles.

Pero acá entra en juego otro factor: la lucha de intereses. ¿Por qué esto que suena tan lógico desde nuestro punto de vista es tan complejo a la hora de llevarlo a cabo? ¿Acaso aquéllos que defienden la prohibición del aborto, están interesados en que los jóvenes sean educados adecuadamente? Formar jóvenes críticos, destruiría la posibilidad de manipulación que genera la ignorancia. Y allí encontramos claramente la lucha de intereses. La pelea que se plantea cuando hablamos del derecho a la vida, tiene que ver directamente con el derecho de decidir sobre nuestro futuro. Éste que por todos lados nos quieren quitar, y aquel que tenemos la obligación de defender en búsqueda de construir un mundo más justo. Si vamos a hablar del “derecho a la vida”, reconozcamos que dentro de éste encontramos el derecho a la educación, a la salud, mismo el derecho que tiene cada mujer, de decidir sobre su propio cuerpo y futuro.

Entonces, antes de hablar del aborto como un asesinato: ¿por qué no hablemos de la ignorancia como un crimen?

Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.

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