domingo, 5 de julio de 2009

Enseñar por el cambio.


Iara Compagnucci (deliriosyo@hotmail.com)

“Aun la muerte es mas dulce que las ataduras de la ignorancia” Sathya Sai Baba.

Derribemos por un instante las paredes de la caja que encierra y estructura nuestro pensamiento y creamos durante esos segundos que no hay analfabeto ni ignorante alguno sobre la tierra. ¿Suena muy utópico? No sólo por el hecho de considerar que todos tengamos determinados conocimientos, sino también porque a muchos no les convendría que esto suceda.

El sistema educativo desde sus comienzos fue creado con un solo fin: el de moldear pensamientos y acciones de generaciones futuras en pos del beneficio de las clases altas. Modifica generaciones sin tener en cuenta que, a través de los diferentes mandatos, muchas veces el fin del sistema educativo fue mutando, contradiciéndose y generando que los educados sufrieran los errores de una enseñanza poco programada. Copiando modelos europeos, vemos y vivimos las falencias de estos cambios.

La educación es un derecho y una herramienta de cambio; también, un instrumento utilizado por el sistema político a cargo. Entonces nos encontramos con un paralelismo: lo impuesto por el sistema educativo y el cambio que el docente puede provocar en sus alumnos. Lo oficial y lo extraoficial. Pero hay algo que este sistema no contempla: el educador no siempre es controlado mientras desarrolla su tarea frente a la clase. Es en ese instante donde el rol docente comienza a tomar protagonismo.

Más allá de lo programático, el concepto de educación se desprende de un término del latín que hace referencia a guiar y conducir. Es tarea pura y exclusiva del docente guiar y conducir valores en sus alumnos. Es tarea pura y exclusiva del docente elegir desde qué lugar se desea enseñar. He ahí la herramienta principal de cambio de una sociedad.

Comencemos a tomar la educación en serio, no sólo desde incorporar conocimientos básicos y altamente necesarios para poder vivir en sociedad, sino también desde el lugar de comenzar a guiar a los futuros personajes sociales con conceptos y valores que harán el giro en el aspecto social.

Formar personas con el sentimiento de unidad, que derriben fronteras impuestas por antepasados, que logren llegar a poseer un conocimiento histórico que no les permita cometer los mismos errores de generaciones anteriores, que sientan y crean posible el progreso sin frustración alguna. Que sientan que lo bueno es posible que se dé en la sociedad que conforman.

Eliminemos esa moda que nos imponen que instala como principal mérito tener conocimientos ínfimos. Llevemos a esta humanidad al crecimiento cultural que tanto nos nutre como seres humanos. Y formemos multitud pensante, capaz de sacar conclusiones y opiniones propias.

Hagamos que el docente recobre esas ganas que lo incentivaron a enseñar y que transmita el esfuerzo y la lucha por el cambio. Que tomen confianza en sí mismos, sabiendo que el respeto por ellos sigue en pie. Que puedan verse como uno de los elementos de cambio más influyentes a nivel humanitario. Que la poca credibilidad y la resignación docente desaparezcan. Que vuelvan a tener la fe para poder hacer tangible una educación que funcione como principal elemento del sistema formador de autómatas capaces de generar cambios radicales.

Guiemos para que se comience a saber que es posible cumplir con lo establecido por el poder político, pero que también el mensaje implícito que las políticas educativas poseen pueden ser develados ante los aprendices y de esta manera ofrecer el camino alternativo. El camino del cambio.

1 comentario:

Sick Boy dijo...

Van de una a los links ;)