jueves, 8 de enero de 2009

No cualquiera.


Venezuela no es cualquier país. Decir esto puede sonar obvio, porque está a la vista que Venezuela no tiene cualquier presidente, claro. Es diferente en su forma de hablar, en su forma de pensar el comercio internacional, en su forma de apoyar a sus vecinos de América Latina, y hasta en su color de piel, que es el mismo que el de cualquier latinoamericano, en vez de parecerse al de cualquier embajador lobbista angloparlante. Pero Venezuela no es diferente ni tiene un jefe de Estado distinto por intervención divina, por respetar las recetas económicas de los organismos de crédito internacionales, ni por algún milagro de la mercadocracia.

Venezuela no es cualquier país, porque no tiene cualquier pueblo. Tiene un pueblo que no ve pasar la historia, sino que poco a poco va siendo mas y mas protagonista de ella, mediante muchísimos canales, tanto en la política social con las Misiones Bolivarianas (que van desde lo educativo hasta la asistencia médico-sanitaria), como en lo electoral, mediante los referéndum revocatorios y otros medios de democracia participativa. Tiene una constitución que reconoce los derechos de los pueblos originarios y que les reserva obligadamente un lugar en el Parlamento. Esencialmente, tiene un pueblo con conciencia de sí mismo, de que su realidad es diferente a la de los países del norte, y de que la forma de progresar es mediante la propiedad de sus recursos naturales y la soberanía para administrarlos de forma que el beneficiado sea el pueblo venezolano y no el empresariado y la oligarquía latifundista o el capital trasnacional. Este es el punto central de la capacidad de autonomía de los pueblos de América Latina: la propiedad de los recursos estratégicos, y fundamentalmente, los recursos energéticos.

La modificación de los términos de la propiedad del petróleo, la apropiación de su renta y su refinación y procesado, todo mediante PDVSA, la empresa petrolera estatal de Venezuela es la piedra angular del proceso bolivariano en su avance en la independencia económica de los organismos internacionales. Tomar propiedad desde el Estado de los recursos naturales propios de la región y de cada país es la base para que América Latina empiece a apropiarse de las riquezas que genera y que dejen de fugarse hacia los centros de poder.


Gracias a una gran conciencia sobre esto, el pueblo venezolano puede construir un proceso paulatino de avances innegables en materia de educación, salud, lucha contra la pobreza, autonomía nacional, solidaridad internacional, modificaciones en la propiedad de la tierra con la reforma agraria, etc.. Un proceso paulatino, en resumidas cuentas, de liberación. Venezuela tiene un pueblo que elige a un presidente que considera importantes cosas como tener un país libre de analfabetismo, libre de hambre, libre en su conciencia y en su voluntad de manejo y administración del Estado en beneficio de las mayorías. Elige una alternativa que incluye apoyar los movimientos sociales de los que siempre fueron postergados en la historia, desde los sin tierra en Brasil hasta los cocaleros en Bolivia, y que se juega en el apoyo político y económico a Cuba, dándole una gran ayuda para avanzar a pesar del bloqueo criminal impuesto por el norte . Entiende que América Latina es una sola y que Venezuela es perfectible, pero tiene una dirigencia conciente de eso y que trabaja en esa dirección, que es la que el pueblo necesita. Venezuela elige una opción que no es la dictada por los centros de poder, y por lo tanto elige ser un país soberano. Venezuela elige saberse latinoamericana y libre, toma las riendas de su destino y se elige a sí misma.

Que se elija a sí misma toda América Latina.


Laureano Ponce (laureanoponce@hotmail.com)

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